¡Muchas felicidades! Estamos celebrando la fiesta más importante de nuestra fe. Un momento de gozo y alegría incomparables.

Vivimos 40 días de Cuaresma preparándonos para la Semana Santa. Ahora tenemos 50 días para celebrar la victoria de Cristo sobre la muerte y el pecado.

Siempre que pienso que esta es la fiesta más importante me cuestiono por qué la Navidad la celebramos más. Podríamos pensar que la Navidad es más bonita y más alegre. La verdad es que las circunstancias ayudan mucho y festejamos el Nacimiento de Jesús de una forma tal vez más externa y con los villancicos, regalos, dulces, etc. También, de algún modo es más fácil rezar en la Navidad. Imaginarse al Niñito Jesús, a María y a José en Belén…  En cambio, la Resurrección es algo que no nos es tan fácil meditar.

Los Evangelios nos presentan a Jesús que aparece y desaparece, que no le reconocen sus propios apóstoles. Y es ese Jesús que, hace unos días, contemplábamos sufriendo por nosotros, tomando la cruz y hasta la muerte por amor a nosotros, por amor a cada uno.

Pero ese mismo Jesús que se hizo niño en la cueva de Belén, tan tierno e indefenso, es el mismo que ha resucitado y ahora vive entre nosotros. Es el mismo Cristo que se hizo hombre con una misión: librarnos de nuestra esclavitud de pecado y mostrarnos el camino hacia el Padre. Tal vez la Navidad la vivimos más externamente. Es una buena oportunidad para vivir más internamente esta fiesta de las fiestas. La victoria de Jesús sobre la muerte y el pecado es lo que da sentido a la Navidad y a todas las demás celebraciones de nuestra fe. ¿Qué vamos a hacer para festejar intensamente esta fiesta?

¿Qué vamos a hacer en estos 50 días de Pascua?

Creo que todos los pasajes de los Evangelios que nos hablan de la resurrección coinciden en tres cosas. Son tres actitudes que podemos tomar en estos días para poder aprovechar este momento de especial efusión de la gracia de Dios.

  1.       Dejarme encontrar por Jesús: así como los primeros discípulos. Ellos estaban tristes después de lo que había pasado. En cierto modo parece que habían olvidado que Jesús les había dicho que iba a resucitar (Mateo 16, 21; 17, 9; 17, 23; 20, 19; 27, 63). Ya en el tercer día, el domingo, las mujeres van y le buscan, pero no lo encuentran. ¡Jesús ya ha resucitado! Pero es tanta la tristeza, el dolor que han pasado al ver sufrir tanto a Jesús que ni viendo a los ángeles recuerdan lo que tantas veces les dijo Jesús.

Es Jesús el primero que quiere encontrarse conmigo. Le buscamos, pero es Él quien nos quiere dar la sorpresa. Es Él el que nos quiere regalar sus gracias.

Jesús se aparece a las mujeres, se aparece a los discípulos que van de camino a Emaús, se aparece a Pedro, se aparece luego a los apóstoles. Es Jesús el que se quiere encontrar contigo.

Pero recuerda que Dios siempre va a respetar tu libertad. Solo si le dejamos abierta la puerta de nuestro corazón podrá entrar y podrá reinar en tu corazón y serás parte del reino victorioso de Jesús. Ese reino que ha vencido al pecado y a la muerte y que te da la fuerza y las armas para vencer con Jesús.

 

¿Estás dispuesto a dejarte encontrar por Jesús..? ¿Quieres que Él te encuentre?

  1.       Dejarme enviar por Jesús. En los relatos de la resurrección vemos como elemento común el que los que se encuentran con Jesús reciben la misión de transmitir esta gran alegría a los demás. Algunos ni siquiera la reciben, sino que sienten ese ardor en el corazón que les hace salir corriendo a transmitir la Buena Noticia. De dar esta Buena Noticia (Evangelio) a todos los que te encuentras. Creo que es una llamada que todos recibimos en estos momentos para renovar nuestro compromiso bautismal, nuestra confirmación, que nos ha hecho testigos del Señor.

Hay una frase en latín que dice “Contemplata aliis tradere” que se traduce: transmitir a otros las cosas contempladas. En otras palabras, nadie da lo que no tiene. No podemos transmitir a otros una experiencia que no hemos tenido. Y la experiencia del amor de Cristo es tan ardiente que no la puedes no transmitir, te mueve a darla, a hablar de ello, así como los discípulos de Emaús que sin que Cristo les dijese nada salen corriendo a anunciar su encuentro, su alegría.

Si ya has tenido esa experiencia de Jesús, déjate enviar por Él. Deja que tome las riendas de tu vida y te conduzca. Prepárate para una aventura.

  1.       Por último, esta Pascua nos lleva a vivir en familia y en comunidad. Los apóstoles, las mujeres, los discípulos… todos van con sus comunidades a compartir esa gran alegría. Los Hechos de los apóstoles nos dicen en los primeros versículos que los discípulos permanecían unidos en oración.  

La Pascua es un tiempo para convivir en familia y con nuestras comunidades compartiendo la gran alegría de Cristo nuestro salvador. Es un tiempo para unirnos en oración, para renovar esos lazos de caridad que deben unirnos como hermanos.

El Evangelio de Mateo nos da una esperanza enorme al en su último versículo (28, 19). Dice Jesús antes de subir a los cielos “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Una esperanza que nos recuerda la fidelidad de Dios. Que nos hace pensar en la Eucaristía, donde está Jesús esperándonos todo el día. Nos trae a la mente la profecía de Isaías (7, 14) “Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel.” Ese título que el mismo Mateo usa en el capítulo uno: Dios con nosotros. La Navidad nos trae a Jesús y en con la resurrección Jesús decide quedarse con nosotros. Basta que le sepamos abrir nuestro corazón para que viva en él. “Ya no vivo yo es Cristo quien vive en mí. Gal 2, 20”

¿En qué vas a invertir las gracias de estos 50 días?

¡Déjate encontrar! En la confesión, en la misa (no sólo los domingos), con María en el Rosario…

¡Déjate enviar! Sonríe a los demás, habla bien de los otros y evita los comentarios negativos, busca hablar de Dios en alguna ocasión.

¡Vive la fe en familia! Convive en familia: pasear, rezar, platicar, comer. “Donde hay dos o más reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mt 18, 20)”