¿Has pensado por qué una luz de un semáforo nos dice interiormente “detente”? ¿Por qué un gesto de un ser querido que nos «muestra» su cariño; un día soleado que nos «llena» de alegría; una esquina llena de basura que nos «causa» indignación? Se llaman símbolos, elementos visibles que llevan consigo una carga interior que nos “trasporta” un significado mayor.  

Desde tiempos muy antiguos el ser humano recurrió a los símbolos para transmitir un mensaje «no contenible» en palabras, por la grandiosidad y complejidad de su mensaje personal; y más adelante también el cristianismo que considera el mundo como una creatura de Dios, animada por su Espíritu, supo percibir en las cosas creadas, una auténtica huella del creador.

¿Has visto a tu alrededor los monumentos que nos rodean? En Roma, por ejemplo, existe una gran cantidad de escultura, inscripciones, imágenes, que nos han llegado a modo de testamentos, que más allá de su belleza externa, esconden un mensaje encriptado de las antiguas generaciones. Es por eso que conocer los símbolos bíblicos nos ayudan a comenzar un camino interior, que amplía la vista y, con ella, el corazón. Un camino de búsqueda del Invisible en lo visible.

Conocer la importancia de los símbolos

Comencemos por considerar la encarnación de Cristo como el símbolo concreto de la salvación de Dios. Dios invisible se hace visible, la gran novedad cristiana que celebra el misterio de un Dios que se hace hombre, cercano, que pasa de ser el Ser espiritual totalmente trascendente, cuyo nombre aun siendo revelado era impronunciable, a un niño en el seno de la Virgen María. Desde ese momento, la mayor teofanía era accesible a los hombres. Así, la encarnación de Cristo, es un hecho histórico y el gran símbolo de la presencia de Dios en este mundo y su amor por el hombre.

Es por ello, que la imagen de la encarnación ha sido representada desde los primeros siglos por nuestros padres en la fe. Inicialmente en las catacumbas y posteriormente en los lugares de culto. ¿A quién no le gustaría recordar en un momento de persecución que Dios estaba realmente presente, que había venido a compartir nuestra existencia? Era una motivación poderosa que se escondía en la pintura de la Virgen María Madre con Cristo niño. En otros lugares se ve la Virgen en oración sola o recibiendo la llegada del mensajero divino, que simboliza la espera del fiel orante, la acogida y la disponibilidad del cristiano al plan divino.

Los primeros cristianos dibujaron en las paredes de sus sitios de culto, los símbolos que más tocaba su existencia concreta. Por ejemplo, vemos muchas imágenes del nacimiento de Cristo, que catequiza sobre las circunstancias sencillas y pobres propias del cristianismo, que Dios mismo escogió para sí. También el encuentro de las dos madres en estado de embarazo, demostrando la novedad de la salvación Dios en la imposibilidad humana, el contexto de una Virgen y una anciana, además del contexto de la caridad cristiana.

¿Qué símbolo de la Revelación motiva tu vida hoy? ¿Lo llevas contigo, al menos en tu corazón, para fortalecerte en la prueba?