“La Vocación de Mateo” por Caravaggio es uno de los clásicos de su claroscuro. Representa el momento en que Jesús, de modo imperativo señala a Mateo y le llama a seguirle.

¿Pecador?

Mateo, uno de los cuatro evangelistas, tuvo una historia especial. En tiempos de los Romanos en el siglo I, muchos de los pueblos que estaban sometidos al Imperio eran respetados en sus tradiciones, religión e incluso gobierno. Es lo que pasaba con el reino de Israel. Eso sí, había que pagar tributos.

Los Romanos nombraban a los publicanos, que se encargaban de recoger los impuestos por regiones. Estos normalmente tenían, dentro de las regiones, gente del sitio que se encargaban de cobrar. Uno de estos era, seguramente, Mateo o Leví, como también lo llamaban. Judío sí, pero considerado por su pueblo como un traidor y un pecador, pues servía a los opresores del Pueblo elegido por Dios. Los publicanos eran rechazados por la sociedad judía por su mentalidad político-religiosa. Se consideraban excluidos de las sinagogas y, en cierto modo, de la sociedad.

Así sucedía con Mateo, como lo vemos en la pintura de Caravaggio, dedicado a lo suyo, desentendido de los demás, tal vez siguiendo en la medida de su condición al Dios de su Pueblo. Pero el evangelio nos narra que de un momento a otro cambió de vida: Mateo, el publicano, estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos. Pasó Jesús por allí y le llamó. Él al instante le siguió (Cf. Mateo 9, 9-11).

¿Escritor?

No sólo fue uno de los elegidos de Jesús, sino que escribió uno de los evangelios. Seguramente su posición le permitió tener una mejor formación que la mayoría de la sociedad.

Veamos cómo se nos habla de él en la literatura cristiana antigua, así podemos tener una mirada objetiva de quién es este evangelista.

  • Eusebio de Cesarea, escritor de la antigüedad, en su Historia Eclesiástica hace referencia al Evangelio de Mateo como “una serie de dichos de Jesús” que estaba escrito “en la lengua de los hebreos y que lo tradujo como pudo”.
  • Orígenes, un gran cristiano del siglo tercero, dice que Mateo, el publicano y luego apóstol, fue el primero en escribir el evangelio.
  • Un gran padre de la Iglesia del siglo II, San Ireneo, menciona que fue escrito entre los hebreos,  mientras Pedro y Pablo estaban aún en Roma (55-65).

Pero, esto que nos dice la tradición, no parece concordar del todo con el evangelio que tenemos según san Mateo…

No como lo esperabas…

Los estudios literarios nos pueden sacar de esta situación de inconcordancia. Una teoría para explicar esta confusión de fechas y textos es que estos escritos o “dichos de Jesús” son una fuente común a la que los autores del evangelio según san Mateo y según san Lucas tuvieron acceso. Este texto al que hacen referencia los Padres de la Iglesia que supuestamente: fue escrito en lengua hebrea, que era como una colección de dichos de Jesús, sin mucho orden, escrito entre los años 55 y 65 d.C., actualmente no lo tenemos. Y el texto del actual evangelio según san Mateo, ciertamente es según san Mateo, pero con unas cuantas modificaciones.

¿Según…?

Por eso decimos que los evangelios son “según san Juan” o “según san Marcos”, pues no es que ellos hayan hecho la última redacción de estos, sino que de las enseñanzas de los apóstoles nos vienen estos textos que son el auténtico Evangelio de Jesús. Y por ello la Iglesia acepta estos escritos como Palabra de Dios, pues contienen la auténtica enseñanza de Jesús, transmitida por los apóstoles.

El evangelio según san Mateo

¿Qué sabemos de este evangelio? La crítica literaria nos revela algún detalle del autor. No fue san Mateo, pero sí uno de los primeros cristianos.Vemos, con gran probabilidad, que no fue un testigo ocular. Tal vez no ha conocido al Señor, pero sí a los apóstoles y a los padres apostólicos. Parece ser un cristiano de origen hebreo por la forma de escribir, con un estilo propio de los rabinos de la época. Las referencias que hace de la Biblia son de la LXX (la biblia escrita en griego que era usada por gran parte de los judíos de la época) y tiene algunas palabras propiamente griegas que no existen en hebreo, así como algunas expresiones de cuño palestinense como “Reino de los cielos”, “Padre celestial”, “ciudad santa”, “atar y desatar”, entre otros.

¿Cuándo y dónde?

Podemos suponer que haya sido escrito en Siria (en el sentido amplio: desde Antioquía hasta Palestina) y propiamente en Antioquía, pues san Ignacio de Antioquía, citando a Mateo, parece ser que conoce el texto y allí fueron muchos judíos convertidos al cristianismo después de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. Se escribe entre el año 70 y el 80 d.C.

Y a mí, ¿qué me dice?

Este evangelio está dirigido a una comunidad de origen hebreo, pero también para ti.

Muestra a Jesús como verdadero hombre, para afirmarlo delante de quienes no consideraban su plena humanidad. Y te muestra a ti que Él es verdadero Dios, para que sepas adorarlo por encima de todas las cosas, y que por amor se hizo verdadero hombre por ti y que murió, pero también resucitó por ti.

Es llamado el evangelio del Reino y eclesial, pues tiene las siete parábolas en las que Cristo presenta su Reino y por otra parte muestra claramente el fundamento de la Iglesia. Y a ti te llama a formar parte de su Reino y de su Iglesia. Ha venido a instaurar este Reino donde quiera que todos estemos, un Reino que perdura y que va más allá de este mundo donde Él nos espera.

En el primer capítulo, al narrar cómo fue el nacimiento de Jesús, nos recuerda la profecía de Isaías 7, 14 sobre el Emmanuel: “Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros.» (Mt 1, 23)” y así en el último capítulo, al narra la ascensión del Señor a los cielos en la que les envía por todo el mundo, nos hace recordar esa profecía que se ha hecho realidad y que se convierte en una promesa de esperanza: “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mt 36, 20)”.

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