Seguramente este es, de los cuatro evangelistas, el que mejor sabía lo que estaba haciendo. Se llama Lucas. El médico, escultor, pintor y escritor… pero sobre todo, santo.
A decir verdad, de estas profesiones, nos consta que practicó la de escritor -uno de los grandes- y la de médico, pues así nos lo refiere san Pablo.
Su evangelio, sin duda, es el más hermoso desde el punto de vista estilístico. De las otras profesiones, aunque hay alguna imagen o escultura atribuida a él, lo más seguro es que no nos hayan llegado sus obras hasta nuestros días, pues las que tenemos son algo posteriores. Eso sí, su forma de escribir en griego puede ser comparada a la delicadeza de un escultor o de un pintor con el uso tan excelente que hace de la lengua, narrando pasajes bellos y únicos como el del hijo pródigo o el del buen samaritano, dando esos golpecitos con el cincel, esos colores vivos que dan vida al texto sagrado.
¿Qué sabemos de las obras de san Lucas?
San Lucas es conocido, sobre todo, por su evangelio y los Hechos de los Apóstoles, dos obras que van de la mano. El evangelio, como los otros sinópticos de san Mateo y san Marcos, nos narran la vida de Cristo con su pasión, muerte y resurrección. En los Hechos de los apóstoles nos cuenta la vida de Iglesia naciente, un documento único en el que se nos presenta el modo en que comenzó la Iglesia, desde Pentecostés hasta que Pablo llega a Roma.
Algunos datos curiosos
- Lucas fue uno de los compañeros de viaje de san Pablo y pudo compartir seguramente con varios de los apóstoles, de quienes recibe sus enseñanzas y las deja por escrito.
- En el inicio de sus obras las dedica a Teófilo, un personaje desconocido para nosotros. Seguramente de las comunidades no judías de Asia Menor y Grecia, a quien le escribe “para que conozca la solidez de las enseñanzas que ha recibido (Cf. Lc 1, 4)”.
- Seguramente fue escrito en Grecia y con un griego excepcional. Su estilo es el más detallado de entre los cuatro evangelios.
- La orientación de su catequesis es universal. Así como Pablo busca llevar el Evangelio a los gentiles (i.e., los que no eran de religión judía). No obstante esto, da gran importancia al Antiguo Testamento.
Evangelio de la misericordia
Un rasgo que identifica a Lucas en todo su evangelio es la misericordia. Es él quien nos narra la parábola del Buen Samaritano, la del rico y el pobre Lázaro. Nos cuenta también el episodio en el que Zaqueo va en busca de Jesús y narra su conversión.
Pero sobre todo tenemos esas tres parábolas de la misericordia que van juntas, una tras otra en el capítulo 15. Parece ser que Jesús quiere dejarlo bien claro. La oveja perdida, la moneda perdida y el joven perdido.
Jesús ante los fariseos y escribas, que le criticaban por acoger a los publicanos y pecadores -un tema frecuente que toca san Lucas-, comienza a contar una trilogía. La trilogía de la misericordia:
1. Una oveja se pierde. El pastor se desentiende de sus otras 99 y se va en busca de la perdida. No es que no le importaran las otras o que tuviera predilección especial por aquella, sino que Dios tiene un amor tan grande por cada uno de nosotros que con esta imagen de la oveja nos lo quiere hacer ver. Tal vez te guste esta canción sobre la parábola:
2. Una mujer pierde un dracma. Una moneda que en sí no es que tuviera un gran valor. Llama la atención que la busca por toda la casa hasta encontrarla. Y además se pone a compartir con sus amigas la alegría de haberla encontrado. Así es Dios que, con todo y siendo nosotros poca cosa, nos ama con amor eterno (Jer 31, 3), no por lo que tenemos o hacemos, sino por quienes somos.
3. Un padre tenía dos hijos. El pequeño le pide su parte de la herencia y se va a despilfarrarlo de mala manera. Se acaba el dinero y su “buena vida”. Se queda sin nada y allí en su miseria se acuerda del padre. Vuelve pensando ser en casa como un trabajador. No llega aún a la puerta y sale el padre a recibirlo. Wow! Así es, su amor va más allá de nuestro pecado y miseria. Sólo espera que volvamos.
Se podría estar meditando este gran amor de Dios por cada uno… pero te lo dejo para tu oración personal. ¡No dejes de leer este capítulo!
Este evangelio de la misericordia nos narra ya casi al final un episodio que nos vuelve a mostrar los límites ausentes de su misericordia. El buen ladrón le roba un lugar en el cielo: “hoy estarás conmigo en el paraíso (Lc 23, 43)”
¿Y tú qué?
También a ti te invita Lucas a acercarte a Jesús así como Zaqueo, que se sube al árbol para verle; como María, la hermana de Marta, que estaba sentada a sus pies; como la hemorroisa, que al acercarse con fe quedó curada; como el hijo pródigo de la parábola; o como el buen ladrón.
Donde sea y cuando sea -no importa de dónde eres, cuántas cualidades tienes, lo que vistes, cómo eres, lo que has hecho, lo bueno o malo que has sido- Dios está esperándote con los brazos abiertos para compartirte su amor. Basta que te acerques, Él respeta tu libertad.
Lucas te deja claro el mensaje de que Jesús ha venido al mundo por amor a ti. Muestra de ello es el dar su vida muriendo en la cruz en obediencia amorosa y confiada al Padre para salvarte a ti:
“Nadie tiene más amor que quien da la vida por los amigos (Jn 15, 13 )”.
¿Quieres leer el evangelio de Lucas? Te dejamos este plan de lectura