¿Qué tanto has leído de la Biblia en este año? Desde enero han pasado ya casi los 12 meses. Todavía da para leer al menos un par de libros.

La lectura es alimento para la mente. Como para el paladar hay gustos, así son las lecturas para nuestra razón. Hay quienes prefieren lo dulce y buscan los libros de fantasía, hay otros que son más de gustos salados y van a las novelas históricas  o dramas. A algunos les gusta sufrir como con el picante y van a las de terror. Lo que se dice de la lectura de libros se puede decir también de las lecturas del día a día, las noticias simplemente informativas o las de fondo.

Todo lo que leemos, de un modo u otro, se queda en nuestra memoria y nos va formando, literalmente formando, nuestra manera de pensar, de razonar, de ver la realidad. Por ello es muy importante tener buenas fuentes de lectura, autores que ayuden, no solo a disfrutar un momento del día con una buena novela o informarte con noticias ciertas y bien analizadas, sino con lecturas aporten algo a nuestra vida y nos ayuden a construir y afianzar las buenas enseñanzas que hemos recibido en casa.

Pero de todas las lecturas que hacemos hay una que es especial y que tiene cierta magia que nos toca si la dejamos penetrar en nuestro corazón. Es el alimento del alma y lo recibimos de modo especial en cada misa. Es la Sagrada Escritura la que nos habla a cada uno y nos interpela corrigiéndonos y alentándonos.  A veces no nos damos cuenta de lo que leemos en la misa… pero no son poesías, no son lecturas de grandes filósofos, no son textos simplemente bellos… Es la misma Palabra de Dios que se nos da como un auténtico alimento. San Agustín nos dice “a Él le hablamos cuando rezamos y a Él escuchamos cuando leemos los oráculos divinos”.

Dos grandes Banquetes de una misma Cena

Hoy día hay una gran variedad de dietas y de cuidados para comer saludablemente. Pues la Cena del Señor tiene lo más nutritivo que  podemos tomar. No sé si te has dado cuenta que en cada misa tenemos dos grandes banquetes. Uno es el de la Palabra y el otro el de la Eucaristía.

La Eucaristía es el alimento espiritual más rico y precioso, pues es Dios presente en un “pedacito de pan” como alimento de nuestra alma y cuerpo. Pero con la Eucaristía recibimos también otro gran banquete: el alimento de la Palabra de Dios.

La Liturgia de la Palabra es la primera parte de la misa en la que recibimos el alimento de las Sagradas Escrituras. La introducción general al misal Romano nos recuerda:

29. Cuando se leen las sagradas Escrituras en la Iglesia, Dios mismo habla a su pueblo, y Cristo, presente en su palabra, anuncia el Evangelio.
Por eso las lecturas de la Palabra de Dios, que proporcionan a la Liturgia un elemento de máxima importancia, deben ser escuchadas por todos con veneración.

¿Pero, por qué en la misa?

Es impresionante ver cómo se ha ido formando la estructura de la misa. Desde los primeros años de la Iglesia se acompañaba la Eucaristía con la lectura de las cartas de los apóstoles.  San Pablo mismo menciona que se lean sus cartas en las asambleas que se tenían (Col 4, 16).

La Eucaristía no se concibe sin la lectura de la Palabra de Dios. Desde los primeros siglos de la Iglesia tenemos testimonios de que se leía las Sagradas Escrituras.

La Iglesia considera la liturgia de la Palabra como parte esencial del rito. Nos lo dice el Papa Benedicto XVI en la exhortación apostólica Verbum Domini No. 55:

Palabra y Eucaristía se pertenecen tan íntimamente que no se puede comprender la una sin la otra: la Palabra de Dios se hace sacramentalmente carne en el acontecimiento eucarístico. La Eucaristía nos ayuda a entender la Sagrada Escritura, así como la Sagrada Escritura, a su vez, ilumina y explica el misterio eucarístico. ”

Al inicio en las misas se leía  ¡toda la Biblia! Hoy leemos una selección de textos que van en consonancia con los tiempos litúrgicos o con la celebración que se vive, se escogieron más o menos en forma temática.

La Biblia la podemos leer en todo momento, y espero que lo estés haciendo. Pero en la misa se nos ofrece la Palabra de Dios de un modo especial.

Una buena alimentación

Si no me equivoco, las dietas que hacemos normalmente son de adelgazamiento. Buscamos perder unos kilitos ganados por no comer tan sano.

Pareciera que así lo hacemos también con nuestra alimentación espiritual. Lo malo es que esta dieta no sirve para el alma. Necesitamos una dieta más rica en oración, en lectura espiritual, en dirección espiritual. Por ello te invito a que no dejes de aprovechar el banquete de la Palabra de Dios en cada misa.

Y si no puedes ir a misa diariamente puedes, al menos, leer las lecturas del día… no te lleva más de tres minutos. Eso sí, nunca te pierdas las misa dominical completa.

Esta dieta te hará crecer mucho en tu salud espiritual y verás cómo Dios va haciendo maravillas en tu alma.

Reto: Intenta recordar después de cada misa de qué trataron las lecturas y sobre todo el Evangelio.

Para más detalles sobre las lecturas de la misa te recomiendo este artículo: ¿De dónde viene  las lecturas de la Misa?